viernes, 30 de junio de 2017

El Círculo de Piedra


Alicia preguntó: "¿Cuánto tiempo es "para siempre"?" El Conejo Blanco contestó: "A veces, solo un segundo".
¿Y si hubiéramos soñado la mitad de nuestra vida? ¿Y si los personajes que hace años llenaban tu vida solo fueran productos de tu imaginación? Si Facebook no viniera al rescate... ¿cuántos de esos amigos o conocidos que no hace tanto llenaban tus días recordarías? ¿Qué decisiones, bien o mal tomadas, seguirían enorgulleciéndote o haciéndote avergonzar? ¿Te reirías pensando en aquellos amoríos pasados si tuvieras la tranquilidad de que solo fueron producto de tu imaginación? ¿Llorarías por amigas perdidas si pensaras que en todo momento solo existieron en tu mente, como si fueran personajes de un libro? A lo mejor no hay tanta diferencia entre una cosa y otra: la realidad se somete a un proceso de "ficcionización" si pasa suficiente tiempo entre el suceso y la narración. 

Pero lo realmente bonito sería que las historias y los cuentos se pudieran volver realidad si uno tiene suficiente paciencia :)



Y hablando de cuestiones atemporales... Hace poco tuve el placer de verme de cara con una. El más sofisticado y mejor conservado círculo de piedra neolítico, o como nuestros amigos ingleses (y medios de comunicación) le llaman: Stonehenge.



Stonehenge es un monumento megalítico que consiste en un círculo de piedra que, según se estima, se erigió a finales del neolítico. O lo que es lo mismo, hace unos 5000 años. Se encuentra en el condado de Wiltshire, a poco más de media hora andando de Amesbury, o a 20 minutos en coche de Salisbury (menos de tres horas en bus desde Londres, tardando un buen rato solo en dejar de parar en el aeropuerto de Heathrow, largo como un día sin pan y con más terminales que aeropuertos sin usar hay en España). Yo ignoraba totalmente la existencia de un monumento de tan añejos tiempos en semejante accesible localización dentro de mi Europa natal, hasta que Santa National Geographic, patrona de los exploradores, publicó un artículo al respecto: en unas excavaciones llevadas a cabo en el 2013, Durrington Walls (una de las ruinas adyacentes al encantador círculo pétreo) resultó contar con alrededor de 300 viviendas ocasionales, destinadas a ocupar a los peregrinos que viajaban al emplazamiento en el período de solsticios (luego veremos porqué). De modo que, en una de mis escapadas a Londres, decidimos acercanos a ver la estructura. La más antigua que, de momento, yo he tenido la oportunidad de ver.

Junto con el conjunto megalítico de Avebury (el círculo de piedra del neolítico más grande de Europa), y otras estructuras más sencillas esparcidas por la campiña inglesa colindante, fue proclamado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1986. Stonehenge es un momumento tipo crómlech. Lo siento, tenía que usar esa palabra. Reconozco que me siento orgullosa de saber lo que quiere decir el término (tras buscarlo en Wikipedia), y su explicación tiene cierta gracia: La palabreja viene del francés crómlech, derivado a su vez del bretón kroum (corona) y lech (piedra). Se usa para definir los monumentos megalíticos formados por piedras o dólmenes introducidos en el suelo y que adoptan una forma circular similar a un muro o elíptica, cercando un terreno. Es una estructura típica europea, propia de Gran Bretaña, Francia, península Ibérica, Dinamarca y Suecia. En inglés, sin embargo, cromlech solo se refiere al dólmen en sí, no a los círculos que forman. En España me temo que somos más prosaicos: definimos esta arquitectura directamente como "círculo" o "anillos de piedras". Como decimos en mi tierra, "al pan, pan y al vino, vino".

Y después de esta parrafada sobre una idiotez, viene otra: ¿sabíais que solo se puede hacer referencia al "megalitismo" cuando hablamos de Europa? A pesar de que estas construcciones (que si prestáramos atención al mero análisis morfológico, serían todas las construidas con "piedras grandes") pueden encontrarse en países tan alejados de Europa como Japón o Isla de Pascua (por cierto, desde aquí reclamo la bajada de precio de los aviones a esa maldita y alejada isla, cuyos moáis son de visita obligatoria para cualquier mortal), los especialistas solo lo utilizan para denominar el fenómeno cultural mediterráneo y atlántico que se dio desde finales del Neolítico hasta la Edad del Bronce.

Y deseo terminar mi perorata declarando que no le deseo a nadie con un cociente intelectual medio  y Google como única fuente buscar una forma clara de dividir los períodos Neolítico, Paleolítico y la llamada "Edad de los Metales", que se divide en cobre, bronce y hierro. Después de una mañana dedicada a intentar esclarecer fechas más o menos claras, tuve que rendirme y aceptar que todo se desdibuja cuando empezamos a ir para atrás. Pasa lo mismo con las rupturas amorosas y los cambios de talla.


Stonehenge está formado por dos tipos de piedras: Bluestone y Sarsen. Son menhires anclados en la tierra, que llegan a pesar 40 toneladas y que los constructores, a los que les llevó una friolera de 80 generaciones terminar la obra (1600 años), arrastraron unos 240 km desde la cantera original hasta su destino. 

Aún es objeto de mucha investigación (no es fácil leer el pensamiento de personas que vivieron en la época de las pirámides), pero es evidente que la estructura tenía una finalidad casi religiosa, y tal vez de observación astronómica. Las evidencias de enterramientos e incineraciones llevadas a cabo durante más de 1000 años también sirven para analizar los cambios en los rituales mortuorios de las poblaciones de la época, aunque solo algunos personajes destacados podían hallar el descanso eterno en esta sagrada área.

Gracias a la característica alineación de las rocas, en el solsticio de verano, el Sol salía justo atravesando el eje de la construcción, lo que hace suponer que los constructores tenían conocimientos de astronomía (sería mucha casualidad). El mismo día, el Sol se ocultaba atravesando el eje del Woodhenge, otro círculo, pero esta vez de madera, donde se han encontrado multitud de huesos de animales y objetos que evidencian que se celebraban grandes fiestas, probablemente al anochecer. De este modo, ambas estructuras se complementaban simbólicamente: la piedra es el símbolo de lo eterno, que marcaba puntos energéticos terrenales e incluso servía (según ciertas creencias) para albergar espíritus elementales. Woodhenge, construido con madera, simbolizaba la vida, como algo perecedero. Precisamente, por ello su conservación es mucho menos glamurosa, ya que la madera no destaca por envejecer bien (cuando hablamos de milenios).

Me gustaría mencionar, por curioso, que un tercio de la propiedad de Stonohenge y Avebury pertenece, y es gestionada, por cuerpos de conservación británicos: English Heritage, un cuerpo del gobierno no departamental (son los que ponen los buses desde el centro y el museo, y los que venden el merchandising), National Trust y la Real Sociedad de la Protección de las Aves (estas dos últimas son entidades benéficas), que fomentan la protección y promoción de los monumentos a través de medidas como la restauración de hierba alrededor de las estructuras y controles de erosión. Esta gestión permite un cierto equilibrio entre la vida cotidiana y la preservación del patrimonio. De hecho, Stonehenge es perfectamente visible desde la gran carretera que conecta Amesbury con otras poblaciones (a tiro de piedra... Vale, ya me callo), y los animales pastan por doquier en los alrededores. Hasta el punto de que nos pasamos la entrada al terreno donde se encontraba el círculo porque no era más que un paso privado ganadero. Estuvimos varios minutos sin saber hacia donde ir hasta que unos lugareños de excursión abrieron tranquilamente la verja y pasaron.

English Heritage también organiza a lo largo del año numerosos eventos de acercamiento con la propiedad, pudiendo hasta entrar dentro del círculo en horarios fuera del público y tratar de trasladarte a muchos, muchos años atrás, y, si la fecha lo permite, ver como el solsticio de verano e invierno se consolida un año más entre las rocas.

¿Quién hubiera dicho que ver rocas gigantescas (o varias) podía emocionar?


¡Gracias por leer! :)

sábado, 7 de enero de 2017

Notre Dame de París

Notre-Dame de Paris- Fachada Norte

"Como siempre: lo urgente no deja tiempo para lo importante" (Quino)
"El que no posee el don de maravillarse ni de entusiasmarse más le valdría estar muerto, porque sus ojos están cerrados" (Albert Einstein)

¿Quién iba a decir que el destino más barato para hacer una escapada en el puente de diciembre sería París? La antigua Lutecia (que no corrió la misma suerte que la villa de Astérix), un asentamiento galo conquistado por Julio César en el siglo 52 a.C. solo necesitó trescientos años para convertirse en una gran ciudad (siguiendo los criterios de la época), gracias al Sena (que, por cierto, está mucho más limpio de lo que cabría esperar) que le brindó una gran importancia comercial, ya que era el medio principal para transportar mercancías. Se convirtió en capital de Francia en el siglo X, cuando la dinastía Capeto la convirtió en el centro de sus dominios.

Aún a riesgo de caer en los temidos topicazos y teniendo en cuenta que mis amigos han dejado de fiarse de mí cuando de aconsejar viajes se trata por mi falta de visión pragmática... La Ciudad de la Luz tiene una nueva adepta en su fila de amantes (numerosos donde los haya). Por cierto, ¿por qué "Ciudad de la Luz"? Uno pensaría que los del gremio de carteles luminosos no pasan hambre allí, pero lo cierto es que hay tres teorías acerca de ese sobrenombre:

- La primera se remonta al siglo XVII. París tiene el honor de ser la primera ciudad en contar con un alumbrado público. A pesar del sentido artístico francés, que yo admiro como la que más, el motivo no podría ser más funcional: la criminalidad era tan alta en aquellas buenas calles que el simpático prefecto de Policía de la época, Gilbert Nicolas de la Reyne (nombrado por el mismísimo Luis XIV, conocido como Rey Sol), harto de los cargantes cacos y maleantes, mandó colocar lámparas de aceite y antorchas por doquier para disuadir a cualquiera que pensara en cometer alguna infracción (como dato curioso, la abolición de la pena de muerte no llegó a Francia hasta el 9 de octubre de 1981 y no fue hasta el 2007 cuando se introdujo en la Constitución de la V República).

- ¿Qué pasó en Francia en el siglo XVIII? Bueno, muchas cosas sin duda, pero concretaré un poco más: ¿a qué se dedicaban aquellos hombre llamados Voltaire, Diderot, Rousseau y Monterquieu. La Ilustración tuvo su principal centro en París, dando lugar al llamado Siglo de las Luces, que bien pudo ser la causa de que la ciudad fuera tan bellamente bautizada.

- La tercera vuelve a ser prosaica como la que más. En el siglo XIX se implantó en todo París el alumbrado a gas, creado por el químico francés Philippe Lebon, dejando maravillados a turistas y franceses alejados de la capital, que acabaron por atribuirle aquel merecido apelativo.


Pero ya está bien de divagaciones. Centrémonos en algo. Antes de visitar París había algo que deseaba ver más que nada: tal vez me gustara demasiado la película de Disney (que por supuesto suavizó, gracias a Dios, la historia original), o llorara demasiado con el hermoso musical creado por Ricardo Cocciante y Luc Plamondon. Quizás simplemente fue la primera obra de Victor Hugo que leí y una visión del romanticismo muy apartada de lo convencional. No pude evitar llorar cuando la vi: la bellísima catedral gótica Notre Dame de París.

Cuando viajé a Roma, tanto mi amiga y compañera de viaje como yo nos habíamos reído mucho ante el listado de las iglesias que quería visitar (Santa Amistad) y descubrir que todas se llamaban "Santa María". Me reí un poco menos cuando de esta tirada me encontré de nuevo con numerosísimas "notre dame" hayá donde fuera. Una se acostumbra supongo... Sin embargo, esta catedral es especial, y no solo para el viejo Victor Hugo. 

Se mandó construir en el siglo XII por el obispo de París, Mauricio de Sully. Para los juristas como yo, que tenemos a Francia como el ejemplo perfecto de Estado laicista (el Estado no confiesa ninguna religión, ya que las considera como de ámbito meramente personal e individual) puede ser interesante saber que el París medieval destacó por su rápida y profunda expansión del cristianismo. Hasta tenían su propio mártir, saint Denis, o san Dionisio, decapitado en Montmartre (monte de los Mártires) que recorrió diez kilómetros con su cabeza cortada desde su calvario hasta el lugar donde se levantaría posteriormente una basílica en su nombre (son ganas de ir tanto tiempo sin cabeza por las calles de París, que me imagino estarían peregrinamente pavimentadas, y encima desde Montmartre, que hay hasta funicular para subir, de la pendiente que tiene). Esto justificó el que el obispo decidiera en aquella avanzada Edad Media levantar la mayor catedral de a Cristiandad.

Durante dos siglos se trabajó en su construcción, comenzando por su cabecera, como en todos los edificios góticos. Aprovechando la bonanza económica, los soberanos donaron grandes cantidades de dinero para este fin. Una vez terminada la cabecera, continuaron por el altar, donde el obispo pudo decir la primera misa antes de morir.


Detalles Fachada Norte- Galería de los Reyes, torres y rosetón norte.


Su arquitectura destaca por el sistema de arbotantes, o arcos que arrancan de la fachada y permiten que el peso de las bóvedas no vayan sobre los muros, y se puedan abrir enormes ventanales en los mismos. Como este estilo arquitectónico aún no estaba tan avanzado como desearían, estos ventanales no pudieron abrirse hasta 1220. Antes de llegar a mitad de siglo, las famosas torres estaban terminadas. Las vidrieras originales fueron destruidas en el siglo XVIII, más en el siglo XIX y XX se instalaron los tres rosetones que hacen las delicias de todos los visitantes y dan a Notre Dame un carácter aún más especial.

Interior Notre-Dame de Paris- Rosetón Este y ofrendas a la Virgen

Fue utilizada por Luis XIV para custodiar las reliquias de la Pasión de Cristo que, se supone, tenía. A su alrededor se desarrolló la más célebre escuela de filosofía medieval de Europa y un importante centro de poder, pues los obispos de París y señores feudales construyeron a su alrededor sus palacios. Sufrió una gran decadencia durante la Revolución Francesa en 1789, durante la cual se saqueó y destruyó gran parte de sus imágenes, esculturas, estatuas y relicarios. Las campanas de bronce fueron fundidas, a excepción de Emmanuel, una enorme campana de 13 toneladas que debía tañir para anunciar fiestas, funerales, guerras y paces. Los jacobinas la convirtieron en un templo para honrar a la diosa Razón (ya habíamos hablado de la Ilustración, ¿verdad?) y Roberspierre instituyó allí el culto al Ser Supremo.

Sin embargo, Napoleón Bonaparte, en 1801, firmó un concordato con la Santa Sede para devolverle el control sobre la catedral, e incluso se hizo coronar en Notre Dame. Y fue un poco más tarde donde, al fin, la gloriosa obra, cuyo arquitecto original todavía se desconoce, recuperó el éxito y el prestigio perdido: en 1831 se publicó "Nuestra Señora de París", novela de Victor Hugo (recomendada, en serio), que provocó que el pueblo volviera a girarse hacia La Cité y comenzaran las restauraciones. 

Ya en aquel entonces comenzaron a surgir las leyendas y misterios a su alrededor. Supongo que era inevitable, ¿no? No en todos los siglos se construyen catedrales de reyes, emperadores, archidiáconos libidinosos, bohemias gitanas de grandes ojos negros y enamorados jorobados sordos colgantes de gárgolas y campanas.

La catedral tiene entrada gratuita de 08:00 a 19:00 (más o menos). Subir a las torres sí tiene precio, aunque para ciudadanos europeos de menos de 25 sigue siendo gratis. Sin embargo, os recomiendo paciencia: la cola da la vuelta a la catedral y avanza más o menos a la misma velocidad a la que las torres se construyeron. Aunque, sin duda, merece la pena (os lo confirmaré cuando pueda hacerlo, ya que nuestro tiempo era demasiado limitado como para esperar las tres horas de cola).

Notre-Dame de Paris- Fachada Sur